Por Fernando Martínez / octubre de 2014
Parecía que habían ganado la Copa del Rey y el Madrid sentenció la eliminatoria tras vencer 1-4 en el Power8 que albergó a 28.892 espectadores, casi el doble que los que acuden a presenciar los partidos del Espanyol. Para el Cornellà, un modesto de Segunda B, fue un día histórico.
Los del “Cornellazo” dieron la vuelta de honor al tiempo que saludaban a sus 3.500 incondicionales, que son los que caben en su campo a 50 metros del recinto blanquiazul. Su entrenador fue a buscar la pancarta donde se leía: Fans de Jordi Roger. Sus pupilos se habían dejado la piel ante el vigente campeón continental. Mañana (hoy para el lector) la mayoría estarán en sus puestos de trabajo, cargando bicis, sirviendo comidas, poniendo ladrillos o extrayendo alguna caries como el capitán David García que es dentista. Sin embargo, nadie les privará de ver una y mil veces las imágenes del partido de Copa, recreándose y frotándose los ojos tras dar una lección de profesionalidad ante el equipo que el sábado le había bajado los humos al Barça. Estos chavales cobran 800 euros al mes y van a los entrenamientos en metro, mientras que sus rivales ingresan como mínimo 500.000 euros al mes y conducen espectaculares vehículos de 65 o 90 millones de euros. El Cornellà tiene un presupusto de un millón de euros. El 75 por ciento lo destina al futbol base. El orgullo de la entidad con más de 900 niños repartidos en 66 equipos. Como dice su director general Andrés Manzano: “nosotros no vivimos de esto, pero somos mucho más profesionales que los que si viven del futbol”.
En el Cornellà se formaron entre otros el internacional blaugrana Jordi Alba, que cuando fichó por el Barça, le permitió al equipo que preside Àlex Talavera ingresar millón y medio de euros. El actual portero del Mallorca Rubén Miño también es producto de la cantera cornullense como Víctor Ruiz del Villarreal, Ignasi Miquel del Norwich, Keita Baldé del Lazio o Ilie Sánchez del 1860 Munich.
Cuenta Manzano que alguien hizo un ranking y nos colocó como la segunda mejor cantera de Cataluña.
Fue bello ver a los jugadores del Cornellà celebrar el 1-4 como si fuera una victoria. Y paradójicamente fue el triunfo del futbol modesto que casi nunca sale en los telediarios y en esta ocasión media España apoyó incondicionalmente a once currantes que se enfrentaban a los actuales campeones de Europa.
A 100 kilómetros Barça y Espanyol se jugaban la Supercopa Cataluña. Al final 1-1 y los penalties dieron el primer título de la temporada al equipo de Luis Enrique que se llevó a Girona a 13 jugadores del primer equipo, dando descanso a Messi y Neymar. El partido no tuvo historia y fue un banco de pruebas para ambos equipos. Piqué abrió el marcador y empató Arbilla para llegar a la tanda de penas máximas, donde los blaugrana estuvieron más inspirados (4-2) tras una final que se repite cada temporada. A nadie le interesa esta competición pero la Federación Catalana sigue sin encontrar alicientes para hacerla atractiva. Todos nos aburrimos y así año tras año.